La Obsesión de Eliezer Ben-Yehuda por Revivir la Lengua Hebrea
Gaston

En la historia de la humanidad, miles de lenguas han desaparecido, pero solo una ha regresado de la tumba para convertirse en la lengua materna de millones: el hebreo. Detrás de este milagro cultural no hubo un comité gubernamental inicial ni un decreto real, sino la obsesión inquebrantable de un hombre tuberculoso y brillante: Eliezer Ben-Yehuda.
La "Locura" de un Visionario
Nacido como Eliezer Perlman en la actual Bielorrusia en 1858, Ben-Yehuda creció en un mundo donde el hebreo era sagrado, reservado para rezar, no para comprar el pan. Su despertar político ocurrió en París, inspirado por el nacionalismo búlgaro y la idea de que un pueblo sin lengua no es una nación. Diagnosticado con tuberculosis y sabiendo que su tiempo era limitado, desarrolló lo que se ha llamado una "psicosis invertida": la inminencia de la muerte aceleró su misión de vida.
En 1881, llegó a Jerusalén con una tesis radical: "La lengua hebrea solo puede vivir si revivimos la nación y la devolvemos a la patria".
El Experimento Humano
Para probar que el hebreo podía ser una lengua viva, Ben-Yehuda convirtió su propio hogar en un laboratorio. Al nacer su hijo Ben-Zion (más tarde Itamar Ben-Avi), prohibió que el niño escuchara cualquier otro idioma. Su esposa, Devora, tuvo que aprender hebreo a marchas forzadas para cantarle nanas a su propio hijo. El niño creció en aislamiento social, sin hablar hasta los cuatro años, momento en el que pronunció sus primeras palabras en hebreo, validando el cruel pero exitoso experimento de su padre.
Guerra en Jerusalén
La revolución de Ben-Yehuda no fue bienvenida. La comunidad ultraortodoxa de Jerusalén (el Antiguo Yishuv) veía el uso del "Lenguaje Sagrado" para asuntos mundanos como una blasfemia. Le declararon el Jerem (excomunión) y llegaron a denunciarlo a las autoridades otomanas por sedición, lo que le costó un año de cárcel bajo acusaciones falsas de querer levantar un ejército.
Inventando el Mundo Moderno
El mayor obstáculo práctico era el vocabulario. El hebreo bíblico no tenía palabras para la vida moderna. Ben-Yehuda se convirtió en un ingeniero léxico, trabajando 18 horas al día para compilar su Gran Diccionario. Usando raíces antiguas y préstamos del árabe, inventó palabras hoy cotidianas como Milon (diccionario), Bubá (muñeca), Ofanayim (bicicleta) y Glida (helado).
Difundió estas palabras a través de su periódico, HaZvi, utilizando un periodismo sensacionalista para atraer lectores y enseñarles el nuevo idioma en tiempo real.
Un Legado Vivo
La batalla final se ganó en 1913 durante la "Guerra de los Idiomas", cuando los estudiantes y maestros forzaron al Technion a enseñar en hebreo en lugar de alemán, cimentando el idioma como la lengua de la ciencia y la academia.
Eliezer Ben-Yehuda murió en 1922, poco después de que los británicos reconocieran el hebreo como lengua oficial. Hoy, su sueño "imposible" es la realidad ruidosa y vibrante de Israel, donde millones de personas aman, discuten y sueñan en la lengua que él despertó.